jueves, 14 de noviembre de 2013

Zamora celebra a San Alfonso 25 años después de su canonización

El próximo domingo 17 el obispo de Zamora presidirá la eucaristía en memoria de San Alfonso Rodríguez a los 25 años de su canonización por Juan Pablo II. Será a las 12,30 horas en la iglesia de San Andrés, y a continuación se hará una ofrenda floral ante su estatua en la Plaza del Seminario.

Zamora, 14/11/13. El próximo 16 de noviembre es la memoria litúrgica de San Alfonso Rodríguez, mártir jesuita en las Reducciones del Paraguay, que fue canonizado junto con otros compañeros en 1988 por Juan Pablo II. Con este motivo la conmemoración de la Diócesis de Zamora de este año tendrá un carácter especial, con la eucaristía que presidirá el obispo Gregorio Martínez Sacristán el domingo 17 a las 12,30 horas en la iglesia de San Andrés.

Al finalizar la Misa se realizará una ofrenda floral ante la estatua de San Alfonso en su nueva ubicación, la Plaza del Seminario, adonde ha sido trasladada esta misma semana desde el Parque de las Viñas por el Ayuntamiento de la capital. Por ello, el nuevo delegado diocesano de Misiones, David Villalón, convoca a los fieles “a participar en estos actos en homenaje a nuestro único santo mártir zamorano”.

Aniversario de la canonización

El pasado 9 de noviembre se hizo pública en la Santa Sede la carta con la que el papa Francisco nombró al cardenal Claudio Hummes su enviado especial a Paraguay, con motivo de la celebración con la que culminará en la ciudad de Asunción la peregrinación nacional de las reliquias de San Roque González de Santa Cruz y de sus compañeros mártires, en el XXV aniversario de su canonización.

La celebración será el 15 de noviembre, recordando el martirio de estos santos misioneros de la Compañía de Jesús, ocurrido en 1628 en las reducciones de Paraguay: San Roque González, primer santo paraguayo, el zamorano Alfonso Rodríguez y el belmonteño Juan del Castillo, “cuyas vidas estuvieron marcadas plenamente por el amor: amor a Dios y, por Él, a todos los hombres, en especial a los más necesitados, a aquellos que no conocían la existencia de Cristo ni habían sido aún liberados por su gracia redentora”.

Como recuerda el Papa en su misiva, fueron canonizados por Juan Pablo II y en este Año de la Fe se cumple el XXV aniversario de esa solemne celebración. “Esta canonización de tres mártires jesuitas es también un motivo de sano orgullo para toda la Compañía de Jesús”, dijo el papa Wojtyla, en su homilía en la canonización que celebró en Asunción en 1988, señalando que “Roque González se encuentra entre los primeros jesuitas del nuevo continente, y Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo pertenecen a aquel grupo de hombres generosos que, respondiendo a la llamada de Jesús para incorporarse a su compañía, llevaron a Cristo por todo el mundo”.

En la capital paraguaya, Juan Pablo II destacó entonces que “sabiéndose responsables en cuanto a la necesidad de custodiar la dignidad humana en aquel momento de la historia, el padre Roque González, el padre Alfonso Rodríguez, el padre Juan del Castillo y tantos otros cristianos, afrontaron el tremendo desafío que había supuesto el descubrimiento del llamado Nuevo Mundo. Convencidos de que el Evangelio es mensaje de amor y de libertad, procuraron dar a conocer “la verdad en Cristo Jesús” (Ef 4, 21) a lo largo y a lo ancho de estas tierras”.

Perfil biográfico del santo mártir

Alfonso Rodríguez Olmedo nació en Zamora el 10 de marzo de 1598, hijo de Gonzalo Rodríguez y María de Olmedo, una familia modesta y piadosa. Tras estudiar las primeras letras en su ciudad natal, ingresó en la Compañía de Jesús en 1614, en Salamanca. Tras realizar el noviciado en Villagarcía de Campos (Valladolid) iba a ser enviado a Pamplona, para hacer los estudios de Filosofía, cuando pasó por el noviciado Juan de Viana, procurador de la que era entonces Provincia Jesuítica del Paraguay. Tenía permiso del general de la Compañía Mucio Vitelleschi para reclutar religiosos que fuesen a trabajar en las misiones. Su propuesta tuvo acogida en el generoso corazón de Alfonso, quien fue aceptado y embarcó en Lisboa con otros 37 compañeros, el 2 de noviembre de 1616, desembarcando en el puerto de Santa María de los Buenos Aires el 15 de febrero del año siguiente.

Pasó Alfonso al Escolasticado que la Compañía de Jesús tenía en la ciudad de Córdoba (Argentina), para realizar estudios superiores eclesiásticos. A fines de 1623 o principios de 1624 fue ordenado sacerdote. Concluidos los estudios teológicos, comenzará a evangelizar entre los guacurúes, una de las reducciones más trabajosas, debido a la dificultad del dialecto indígena allí utilizado.

En 1627 fue destinado a Encarnación de Itapuá, reducción fundada en 1615 por Roque González. Junto con éste fundaría en 1628 una nueva reducción de Todos los Santos del Caaró, que sería su último destino. El 15 de noviembre de 1628, a los 30 años de edad, Alfonso es asesinado brutalmente por algunos de estos mismos indígenas azuzados por un cacique.

El 28 de enero de 1934 los mártires del Caaró e Ijuhí fueron beatificados por Pío XI. Entre ellos se encontraba Alfonso Rodríguez, que sería canonizado en Asunción junto con sus dos compañeros Roque González y Juan del Castillo por Juan Pablo II el 16 de mayo de 1988, durante su visita a Paraguay.

Zamora, además de acoger la estatua de San Alfonso realizada por Ricardo Flecha que estrena ubicación en la Plaza del Seminario, guarda la memoria del mártir con varios elementos, entre los que se encuentran el Coro San Alfonso de Zamora, la residencia de estudiantes que lleva su nombre (con un busto también del escultor Flecha en el exterior) y un gran cuadro en la iglesia parroquial de San Ildefonso en la capital.

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