sábado, 5 de octubre de 2013

Obispo de Zamora: “nuestra fuerza no somos nosotros; es el Señor”

Presentamos a continuación el resumen de la homilía pronunciada por el obispo de Zamora en la inauguración del curso pastoral 2013/14 con la fiesta de San Atilano.

Zamora, 5/10/13. Hoy a mediodía el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, ha presidido la eucaristía solemne de la fiesta de San Atilano, primer obispo y patrón de la Diócesis de Zamora, en la iglesia que custodia sus restos junto a los de San Ildefonso. El templo ha quedado pequeño para albergar a una nutrida representación del clero diocesano, los institutos de vida consagrada e institutos seculares, asociaciones de fieles y cofradías y laicos de muy diversa procedencia.

Después de escuchar en la proclamación del Evangelio la llamada de Cristo a ser sal de la tierra y luz del mundo, el obispo ha saludado a los presentes y ha comenzado su homilía señalando que “un año más, nos reunimos a los pies de los sagrados restos de nuestros patronos Atilano e Ildefonso” en el inicio del nuevo curso pastoral.

“Así reunidos expresamos mejor que en cualquier otro momento nuestra propia identidad”, subrayó. Identidad “que nos ha revelado la Palabra del Señor: somos una comunidad de hermanos nacida de la Pascua, con la misión de salir al mundo y anunciar el Evangelio”.

Para vivir así como Iglesia afirmó la necesidad de una “actitud humilde, suplicante al Señor nuestro Dios, porque nosotros solos ni somos ni valemos, y las circunstancias que nos rodean son pobres y humildes, no grandilocuentes ni para tirar cohetes. El Señor, reuniéndonos esta mañana, nos invita a mirarlo a él, y a reconocer en él la fuerza, la gracia, la valentía que hemos de tener todos nosotros como Iglesia que somos”.

Salir a las periferias

El Señor nos invita una vez más, explicó, “a salir de nosotros mismos, a no vivir en repliegue ni tampoco por inanición o aburrimiento… salir de nosotros mismos y de nuestros lugares habituales. Nos invita a ser sal y luz en medio del mundo. Para eso tendremos que salir a buscar las periferias existenciales de los hombres y estar allí. Particularmente en los rostros de los adolescentes recién confirmados para acompañarlos en el desarrollo de su vida cristiana hasta que estén plenamente incorporados a la comunión de la Iglesia”.

Monseñor Martínez Sacristán exhortó a “salir hacia lo profano, lo lejano, lo perdido, lo herido entre nosotros. Tiene que haber un interés especial por mezclarse con los hermanos, sean quienes fueren, como nos lo recuerda el Papa desde que fue elegido. Seremos buenos hijos de la Iglesia si lo incorporamos en nuestro ser y en nuestro hacer”.

Salir, estar… “pero sin el rostro de Cristo, sin su figura, sin su experiencia, esas salidas nuestras se convertirán en algo que no merecerá la pena, nos buscaremos sólo a nosotros mismos y nos perderemos. Por eso, Cristo debe ser el principio y el fin de toda nuestra vida, de nuestra renovación personal y de las comunidades cristianas a las que pertenecemos. ¡Cristo siempre! Dejamos de ser un grupo específico en la sociedad cuando Cristo es sustituido por nosotros, por nuestras cosas”.

Hay que salir con una actitud fundamental, añadió el obispo: “la de la conversión, con el corazón triturado por el Señor. Os invito a que cambiemos nuestras actitudes personales, pastorales y comunitarias. Es lo único que podemos hacer, es lo mejor que podemos hacer, es lo que está a nuestro alcance. De esto Dios nos pedirá cuentas, del cambio del corazón”.

Valentía en tiempos difíciles

Sin embargo, hay que tener en cuenta las dificultades y la realidad actual, y por eso es más urgente la conversión personal y comunitaria: “a esto tenemos que sentirnos invitados, y a esto tenemos que invitar a los otros cuando salgamos. Estamos en momentos de particular dificultad en Zamora. Debemos cambiar todos el chip, porque estamos en una situación de pobreza absoluta de medios humanos”. Dicho esto, monseñor Martínez Sacristán afirmó: “desde que llevo aquí se han muerto 70 sacerdotes y se han ordenado 11. Sed conscientes del desajuste”.

“Mucha fuerza, mucha valentía, mucha paciencia… esto es lo que hay que tener”. Y entonces el obispo se dirigió a los que habían acudido en gran número para celebrar su envío como agentes de pastoral: “valentía para los catequistas y para los profesores de Religión, en medio de las dificultades. No nos pongamos nerviosos, el Señor nos ha llamado en una época pobre, deficiente, y hay que asumirlo, con humildad y con gozo. Nuestra fuerza no somos nosotros; es el Señor. Ya nos sacará de aquí. El Señor saca a su pueblo de las dificultades”.

Al final, reiteró una recomendación especial a los profesores de Religión y a los catequistas, “que hoy vais a renovar vuestra misión en la Iglesia, desde vuestro bautismo. Renovadla poniendo vuestro corazón en Dios, poniendo vuestra alma a punto de energía, de alegría, de mantenerse de pie en las dificultades… Dad testimonio frente a los demás. Que el envío que hoy recibís de mi parte como cabeza de esta Iglesia lo viváis fraternal y comunitariamente. Si os falta la valentía, la conversión, la comunión… no sois nada. Sois alguien importante en nuestra Iglesia porque sois estas cosas”.

Para terminar su homilía, el prelado leyó una frase del papa emérito Benedicto XVI, para “que sea meditada. Éste también es mi deseo para toda la Iglesia en Zamora. Que nos acompañen nuestros hermanos santos, y la Virgen María, nuestra Madre”. También tuvo, posteriormente, un saludo especial para los seminaristas, presentes en la celebración.

Al finalizar la eucaristía el obispo dirigió el rito de envío de los catequistas, y también la entrega de la “missio” canónica a los profesores de Enseñanza Religiosa Escolar. En ambos casos, algunos representantes de los dos colectivos recibieron oficialmente la encomienda eclesial de manos del obispo representando a sus compañeros.

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