jueves, 8 de agosto de 2013

Zamoranos en la JMJ de Río: “Dios siempre te cambia la vida”


Publicamos, unos días después del regreso de los 16 zamoranos que han participado en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro, su última crónica escrita allí, en los días finales de su peregrinación. Después de la crónica reproducimos algunos testimonios.

Zamora, 4/08/13. Iba terminando nuestra peregrinación. Tras disfrutar de las paradisiacas playas de Paraty y pernoctar allí, madrugamos el viernes 2 de agosto para ponernos una vez más rumbo a Río de Janeiro y llevar a cabo una de las actividades que estaban planificadas pero que, por problemas ajenos a la organización, no pudimos desarrollar: visitar el Morro de Urca y el Pan de Azúcar, disfrutando de las vistas de la ciudad que desde allí se divisan.

Al rezar Laudes en el autobús, el Señor nos regaló un evangelio que nos dejó cuál era nuestra misión a partir de ahora. Fue el pasaje del envío de los 72 (el grupo total de peregrinos de León, Segovia y Zamora era de 77, casi). ¡El Señor nos enviaba a ser discípulos misioneros! Ligeros de equipaje, contando simplemente con lo que habíamos visto y oído, para que lleváramos su paz y anunciáramos a todos que el Reino de Dios se había acercado.

Llegados a Río de Janeiro, subimos en teleférico a los picos más famosos de la ciudad maravillosa. Es impresionante contemplar esta ciudad en panorámica, como en 360 grados. Nos emocionamos al ver los restos de lo que había sido el espacio celebrativo desde donde el papa Francisco había presidido el viacrucis, la vigilia, y la eucaristía de envío. La famosa playa de Copacabana se prolongaba kilómetros y kilómetros y nos la imaginábamos llena de jóvenes como nosotros…

Pero llegaba el momento de volver. Tras comer nuevamente en una churrasquería, volvíamos al aeropuerto que nos acogió en la ciudad más famosa del Brasil. Teníamos por delante una larga espera hasta que nuestro vuelo despegara casi a las 11 de la noche, pero, como buenos españoles, empezamos a cantar, a conversar animadamente y a arrancar sonrisas de todos los que pasaban.

Por fin embarcamos en nuestro vuelo y tras hacer escala en Lisboa, y allí rezar por última vez Laudes juntos todo el grupo, embarcamos de nuevo para Madrid. Allí nos despedíamos con un “hasta pronto” del grupo de Segovia, pues esperamos vernos en convivencias, encuentros y, si fuera posible, en una reunión no muy lejana de todos los que hemos compartido esta experiencia.

El grupo de León y nosotros mismos seguimos en ruta por autobús hasta nuestras ciudades. En el autobús seguimos dando nuestra experiencia de la peregrinación. Llegamos a Zamora hacia las 11 de la noche del sábado pasado, 3 de agosto. Familiares y amigos nos estaban esperando a la puerta de la parroquia de Cristo Rey, donde todo empezó. Algo había cambiado en nuestras vidas, era la Pascua, el paso del Señor.

Como advierte San Juan en su relato evangélico, muchas otras cosas ha hecho el Señor con nosotros en todos estos días de peregrinación: si las escribiéramos, no cabrían en todos los libros del mundo. Por eso, aquí siguen algunos breves testimonios. Y en todo caso, rezad por nosotros, tal y como pedía el Papa Francisco en el ángelus de hoy: “Quisiera pediros que recéis conmigo para que los jóvenes que han participado en la Jornada Mundial de la Juventud puedan traducir esta experiencia en su camino cotidiano, en el comportamiento de todos los días; y que puedan traducirlo también en elecciones de vida importantes, respondiendo a la llamada personal del Señor”.

Algunos testimonios

José Alberto, sacerdote:

La JMJ de Rio ha sido para mí una experiencia única. Era la primera vez que participaba en una JMJ fuera de Europa. Me ha sorprendido el pueblo brasileño, con un corazón grande y de brazos abiertos, como la imagen del Cristo del Corcovado en Río de Janeiro. Un pueblo profundamente religioso y católico, es decir, acogedor, universal, amable. Un pueblo que sabe hacer fiesta hasta de las más pequeñas cosas, alegre en medio del sufrimiento. ¡Cuánto tenemos que aprender de ellos! Un pueblo que custodia el gran tesoro de la creación para encontrarse con Dios, prueba de ello son las cataratas de Iguazú, los impresionantes paisajes y las paradisiacas playas.

Y junto a la experiencia de encontrarnos acogidos y bendecidos con y por este pueblo, la experiencia de encontrarnos con el sucesor de Pedro, con su palabra fuerte y valiente. Sus palabras han calado hondo en todos nosotros y, como ha dicho en el ángelus de hoy, la JMJ no son unos fuegos de artificio, sino un hito más en la vida personal de cada uno. Así ha sido en la mía, una llamada fuerte a la humildad y al servicio, sin miedo, para ser discípulo misionero del Señor. ¡Y a hacer lío!

Loreto, estudiante:

Hablar sobre todo lo que hemos vivido en Brasil en las últimas dos semanas es prácticamente imposible. El Señor no defrauda, ese es el resumen. Nos ha cuidado y nos ha regalado una peregrinación maravillosa. Desde el calor de las familias de Brasilia a la ternura infinita de todas las personas que nos han cuidado en Río de Janeiro, pasando por recordarnos la grandiosidad de su Obra en Iguazú. No deja que nos olvidemos de la importancia de su Madre, como todos hemos visto en el Santuario de La Aparecida. Y que Él nos lleva y nos guía. Y ya lo ha dicho el Papa, lo más importante es sudar la camiseta por Jesucristo. Ese es el objetivo que nos trae el regreso: "Id y haced discípulos".

Dios siempre aparece, siempre te cambia la vida. Y viene para recordarnos que nos ama infinitamente. Eso es lo más importante que vuelve conmigo desde Brasil. Encontrarse con el Señor siempre es el premio.

David, sacerdote:

Era la tercera Jornada Mundial de la Juventud para mí, después de la de Colonia en 2005 y Madrid en 2011. Durante la preparación previa tenía muchos sentimientos encontrados: ilusión, acción de gracias a Dios por poder vivir la experiencia, inquietud ante lo desconocido, esperanza en que el encuentro con Dios y tantos jóvenes cristianos en torno al Papa supusiesen un impacto que alentase mi vida, etc. Sin duda, todas estas expectativas se vieron desbordadas por la gracia del Señor.

Conocer una iglesia joven, viva, comprometida, que intenta llevar adelante su fe enraizada en el Evangelio con tanta vitalidad como la Iglesia de Brasil es algo que me admiró y me animó profundamente. La acogida entrañable de los hermanos en sus casas, haciéndote sentir como su huésped de honor era impresionante. Ahí se palpa de primera mano la grandeza de nuestra fe. La principal razón de tal despliegue de sincera y cariñosa hospitalidad era la fe común, en nosotros recibían al mismo Cristo, según las palabras del Evangelio. Y por eso nos daban lo mejor. Doy gracias a Dios por estas familias de Brasil, le pido que las bendiga y las acompañe siempre.

Después está el encuentro de todos los jóvenes con el Papa en Rio. Sus palabras cercanas, profundas, enérgicas, con tanta claridad, llegaban a lo profundo del corazón para caldearlo con el amor de Cristo e impulsarnos a la misión evangelizadora. El papa Francisco ha dejado patente que conoce a los jóvenes y que los ama, como el buen pastor que es para la Iglesia universal. Deseo que sus palabras no caigan en el olvido y nos pongamos todos manos a la obra en la extensión del mensaje de Jesucristo, atrayendo a todos a la Iglesia, a la comunidad de sus discípulos donde podemos experimentar la inmensidad del amor de Dios por cada uno de nosotros.

Alejandro, estudiante:

Para mí ha sido una experiencia única. Me he quedado con las palabras del Papa Francisco de que el que mejor puede anunciar a Jesucristo a un joven es otro joven. Y viendo que el lema de esta JMJ es "Id y haced discípulos a todas las naciones", veo cómo también a mí el Señor me llama a vivir la fe para los demás. Yo, que a veces me avergüenzo de ser cristiano entre mis amigos, o con los compañeros de la universidad, siento que Dios me llama a salir de mi comodidad y a dar testimonio de su amor, que tan grandes milagros ha hecho en mi vida.

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