domingo, 15 de mayo de 2011

Jesús, la única puerta


JESÚS GÓMEZ

Domingo IV de Pascua – Ciclo A

“Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10, 1-10)

Ser de Moisés o ser de «ése», es el dilema que le presentan los fariseos al ciego de nacimiento curado por Jesús. El ciego opta por Jesús y los fariseos lo expulsan de la sinagoga, es decir, del mundo regido por la Ley de Moisés. Jesús, para recibirlo en su comunidad, en la Iglesia, le exige una profesión de fe; vuelto hacia los fariseos, los acusa de estar ciegos y les propone un enigma: «El que no entra por la puerta del atrio de las ovejas… es ladrón. El que entra por la puerta es pastor de las ovejas… A éste el portero le abre y las ovejas oyen su voz, él las llama… por su nombre y las saca afuera… Va delante de ellas y las ovejas le siguen, porque conocen su voz; pero al extraño no le siguen…».

En el cuarto evangelio las ovejas nunca son ovejas de verdad. Son los miembros del pueblo de Dios que, cuando suben al encuentro con Dios, se ubican en el llamado atrio de los judíos del templo de Jerusalén. Jesús, que siempre ha enseñado en la sinagoga y el templo, sugiere de una manera velada que él es el pastor, es decir, el verdadero guía que conduce al pueblo hacia Dios. Implícitamente declara espurios a los fariseos y, en términos más amplios, a todo otro guía religioso. Acto seguido, mediante una serie de verbos desarrolla las relaciones entre él y los suyos, los creyentes, los cristianos. Los cristianos, los fieles, oyen y acogen su voz. Él los llama a cada uno por su nombre, los saca afuera, evocación de Dios que saca a su pueblo de Egipto. Los saca constituyéndolos en el verdadero pueblo de Dios. Él va delante con su cruz, es el primero en todo, y los cristianos le siguen, porque conocen su voz.

Evidentemente el enigma ya no habla de Jesús enfrentándose con los fariseos. En el enigma se está reflejando ya la vida de la Iglesia naciente. Iglesia en la que desde el principio hacen su aparición los extraños, las primeras sectas, las primeras herejías. Los fariseos no entendieron el enigma. ¿Lo entendemos nosotros? Jesús añade unas palabras más. ¿Para aclararlo o para oscurecerlo? Jesús proclama: «Yo soy la puerta». Antes él entraba por la puerta. Ahora se proclama la puerta. La única puerta que da acceso al encuentro con Dios. Quienquiera que se presente con pretensiones mesiánicas, gurúes, videntes, ideólogos, todos son salidas falsas, condenadas al fracaso y dañinas a la postre. Se cumplió con relación a los fariseos y se cumple con relación a cualquier ideología: quien entre y sale por Jesús, es decir, quien vive en el ámbito de Jesús, halla la vida. Quienes lo excluyen, destruyen al ser humano.

La Opinión-El Correo de Zamora, 15/05/11.

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