viernes, 29 de octubre de 2010

Eloy Bueno de la Fuente: “Jesús nos muestra que somos capaces de amar”


Zamora, 29/10/10. Ayer, jueves 28 de octubre, el Club La Opinión-El Correo de Zamora acogió la conferencia “El Jesús que nos interpela hoy”, en el marco de la campaña informativa del DOMUND. Estuvo a cargo de Eloy Bueno de la Fuente, nacido en Casaseca de Campeán (Zamora), y catedrático en la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Burgos).

Eloy Bueno es sacerdote diocesano de Burgos (ordenado en 1976). Estudió en la Facultad de Teología de Burgos, en la Universidad Urbaniana de Roma y en la Universidad Complutense de Madrid, de donde ha obtenido sus grados de Doctor en Misionología y en Filosofía. Actualmente es catedrático de Teología Dogmática en la Facultad de Teología burgalesa, donde ha sido decano. Es el director del Instituto de Misionología y Animación Misionera de Burgos, Diócesis en la que ha desempeñado otros cargos. Asesor de la Comisión Episcopal de Misiones, es autor de varios libros y de más de cien artículos de investigación.

En su presentación, la directora del Club del periódico local, Carmen Ferreras, destacó “la labor extraordinaria de los misioneros en todo el mundo”, y recordó que el DOMUND “es por sí solo una jornada que evoca, provoca y convoca”, además de presentar la figura del conferenciante. El delegado diocesano de Misiones, Luis Zurrón, recitó el poema “Contra viento y marea” como prólogo a la intervención del teólogo.

Hablar de Cristo, hablar del hombre

Eloy Bueno comenzó su ponencia recordando la afirmación del Concilio Vaticano II de que en Jesús se desvela el misterio del hombre. O, como dijo Leonardo Boff, “tan humano sólo lo puede ser Dios”. Hablar de Jesús es hablar de Dios y del hombre, de la cultura y de la historia humana. Por eso Eloy Bueno se preguntó: “¿qué han encontrado en Jesús los literatos del último siglo?”. Algunos, contestó, tienen sintonía, y otros lo rechazan o no ven en él nada positivo. “Ésta es una interpelación para nosotros, para que sigamos descubriendo a Jesús. En esto radica lo que digamos del sentido del ser humano y de nuestra sociedad”.

El resumen fundamental de la interpelación de Jesús al hombre es que “nos muestra que la maravilla que caracteriza al hombre es que somos capaces de amar (igual que Dios), no sólo amados. La historia del hombre es la historia de cuánto podemos amar”. Entre otros ejemplos literarios, recordó el relato del Gran Inquisidor del autor ruso Dostoievski, en el que muestra un hipotético retorno de Jesús, y el miedo de los hombres a ser libres. Pero “hay que ser libres para poder mostrar hasta dónde podemos amar”. Por eso, “el Jesús que encontramos en el evangelio, y que aparece como interpelación para nosotros, se sitúa como el que está en medio de los demás como el que sirve”.

Eloy Bueno también recordó un texto de la novela de Kazantzakis La última tentación de Cristo. “¿Por qué no somos capaces de sintonizar con aquellos pobres, sencillos, humildes, marginados… a los que Él miraba desde esa convicción de que la belleza es la que salva al mundo porque recupera la bondad de todo lo que existe?”.

Cristofobia y paganismo

Hay otra línea en la literatura actual que, aunque menos conocida, se resume en la expresión “cristofobia, o el odio a Jesucristo, que está presente por motivos de resentimiento en la cultura europea”. Para el teólogo zamorano, el origen profundo podemos verlo en la disyuntiva que hace Nietzsche entre Dionisio y el Crucificado, entre “el joven dios que, como inventor del vino, entrega a la humanidad lo que le permite superar su sufrimiento y olvidarlo hasta perder la propia conciencia” y el Dios hecho hombre que proclama el cristianismo, “un Crucificado que es la negación de la vida, que es un agonizante… ¿a quién le puede atraer?”.

Esta alternativa “plantea una profunda y actual encrucijada en nuestra cultura: ¿a quién queremos ver: a Dionisio o al Crucificado? Y esta actitud está muy presente en nuestra cultura”. Como ejemplo, leyó algunos textos de Terenci Moix o Fernando Sánchez Dragó, además de citar a otros literatos españoles actuales que reivindican el paganismo.

Para Bueno de la Fuente, “este tipo de posturas esconden, a lo mejor, la denuncia de un cristianismo excesivamente ascético, o reticente ante el placer y los disfrutes de la vida”, cuando según la fe cristiana lo que Dios ha creado es bueno, y para el disfrute del hombre. Pero esa felicidad “tiene que ser para todos, y mientras haya excluidos o marginados, la felicidad de unos no es una blasfemia o un sacrilegio, y se plantea un doble problema: la dignidad del ser humano queda eliminada, y qué pasa con los crucificados… ¿el olvido del Crucificado no implica el desprecio de los crucificados: agonizantes, enfermos, discapacitados, los que no consumen, los que no producen, los que no dan placer…?”. Esto lo ilustró con un texto de Francisco Umbral y otro de William Golding. Frente a estas afirmaciones del nuevo paganismo, el ponente dijo que “recordar al Crucificado es la garantía de que aquellos que están crucificados tienen una dignidad”, y la cruz es así el rostro más humano de Dios.

Eloy Bueno repitió que Dios es capaz de amar hasta el extremo de la cruz, y por eso la muerte de Jesús es “la expresión máxima de la entrega de la propia vida, sin amargura, sin odio, sin venganza”, y “el día en que se deje de contar esta historia, los crucificados y las víctimas verán amenazada su dignidad”. Por eso los autores críticos pueden hacernos ver a los creyentes algún defecto a la hora de presentar la salvación cristiana. “Al leer a estos autores es cuando uno siente más el gozo de ser cristiano”.

De hecho, hay dos afirmaciones de Jesús en el evangelio que no tienen ningún paralelo: el amor a los enemigos, y la identificación con los pobres y los últimos (“a mí me lo hicisteis”). “La capacidad de amar que vemos en Jesús es enorme, y por eso se lanza como interpelación para el individuo y para toda la sociedad”, afirmó el conferenciante. “Jesús es el testimonio y el ejemplo de que no hay nada más digno de Dios que la salvación del hombre, y de que el ser humano, aún en sus miserias y manipulaciones, es tan digno que por eso tenemos a Jesucristo como hombre y como Dios porque, realmente, tan humano sólo lo puede ser Dios”. Así terminó Eloy Bueno de la Fuente su conferencia, que fue seguida por un interesante diálogo con el abundante público asistente al salón de actos de Caja Duero en Zamora.

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